viernes, 23 de noviembre de 2007

El tendón de Aquiles de la democracia chilena


Comentario acerca del texto de Manuel Guerrero Antequera:”El conjuro de los movimientos sociales”

El tema presentado por el autor arriba señalado, debe ser en la actualidad el tema más sensible para la supuesta consolidación democrática en la que Chile se ve inmerso. Por varios factores, que atañen a todos los sectores políticos, tanto a la coalición oficialista de la actualidad, como la oposición de derecha (no hay que olvidar que fueron “ellos” los que idearon el sistema electoral y las leyes constitucionales que resguardan las premisas que en su momento se vieron amenazadas por el gobierno de Allende y que hasta el día de hoy son vigentes), se deben tomar como los principales actores políticos que han actuado o están actuando desde el poder. Según el autor ese fenómeno es aquel que produce el distanciamiento y la exclusión final de los movimientos sociales de las decisiones del poder establecido. Es decir hay culpa compartida. Si es que se puede hablar de culpa.

El autor señala que hay dos vías a través de las cuales son tratados los movimientos sociales en la actual democracia chilena. Una es la institucionalización y la otra la desaparición vía exclusión. Pero mas allá de tratar el tema propio de la construcción de esa hipótesis, el autor ahonda primero en los efectos que esto ha tenido, y los efectos que podrá traer.

Al respecto es importante señalar una serie de premisas, las cuales son ineludibles, tanto para el autor como para mí.

Primero la relación que tiene todo con aquella fatídica fecha del 73. Por que el autor opina que esa fecha ha marcado el inconsciente colectivo de nuestra nación. Y en algo tiene razón por que desde esa fecha que ha cambiado la relación de los movimientos sociales con el poder político establecido. En las décadas anteriores a la del setenta se denota una construcción progresiva de los movimientos sociales. No eran tan coyunturales. La llegada de Allende, y su gobierno desordenado tratando de conjugar elementos de gobernabilidad con las demandas masivas de los excluidos (al respecto me referiré brevemente mas tarde), cosa que terminó en un golpe de estado que cambiaría nuevamente dicha relación. Ahora el terror, la excusión, la persecución y la clandestinidad ponían a prueba a los mismos movimientos. Con la baja de la represión, parecían volver a surgir los movimientos con el único fin de hacer caer a la dictadura. Y he ahí el pie para mi segundo punto. Por que el cambio fue de una manera determinada. Una manera que segregaba a los movimientos sociales. Pretendieron hacer creer que la vuelta a la democracia implicaba la pacificación total de los movimientos sociales. Y la respuesta de los mismos fue la insurrección. La radicalización de sus demandas y sus posturas. En eso concuerdo con el autor.

El tercer punto tiene que ver con la vuelta a la democracia, y con el discurso de aquellos que parecían querer tomar el poder para entregárselo a cada uno de los que pedían participación. Sin embargo dicha promesa fue rápidamente remplazada por un nuevo gobierno, que administraba el mismo modelo. El régimen del terror, ahora era un régimen de exclusión, la falta de libertad de expresión ahora es control monopólico de los medios. Eso debe ser una premisa, por que desde el punto de vista empírico, las leyes y la forma de aplicación no ha cambiado, el número de cárceles ha aumentado vertiginosamente, los pueblos indígenas son utilizados como pantalla política sin entregar ni un ápice de tierras o derechos, la constitución ha sufrido cambios estéticos. Los artículos más autoritarios, y propios del nexo dictadura militar-facciones neoliberales (art.19 y posteriores) protectores de la oligarquía chilena y sus posesiones (sobre todo) siguen intactos.

En cuarto lugar la oposición de derecha no puede ni debe negar sus vínculos autoritarios. Sus orígenes anti-democráticos. Su rol activo tanto en los cargos, cómo en el trabajo intelectual para con el régimen militar. Hoy en día niegan esto, sin embargo no debemos olvidar que el propio sistema binominal creado por ellos, fue hecho para asegurarse cuotas políticas en la venidera democracia. Y hasta el día de hoy es inquebrantable. Y ellos lo saben. Si no son gobierno, se aseguran ser la única oposición legal. Y si no son la única oposición, se aseguran ser gobierno. Ellos lo sabían perfectamente.

En último lugar cabe destacar como premisa la realidad actual. El autor en su postura, postula (perdón la resonancia) la radicalización de los movimientos sociales, debido a su exclusión, y su denegación de institucionalizarse bajo el gobierno que les da eso como única opción. No hay espacio en las políticas públicas para ellos, según el autor, por lo cual se rompe el hilo conductor entre las bases populares, los movimientos sociales y los partidos políticos. Quedándose estancado en la clase política toda demanda directa de los sectores populares.

Yo comparto mucho de lo recién señalado. Sin embargo el autor pareciera querer decir que no hay un proceso de construcción dentro de los movimientos sociales, es decir que la radicalización impide los nexos con las masas. En este sentido debo hacer una diferencia.

Según mi opinión la construcción de poder popular de las bases de la población comenzó el día que se dieron cuenta de que la aclamación de los medios a la democracia era una falacia. Un show. O un volador de luces como se suele decir hoy por hoy. Esto hace bastante tiempo. Ya por el año 99 con las protestas por la crisis asiática se denotaba la organización de diversos sectores que hasta entonces habían permanecido estáticos y mudos. Organización de estudiantes en dos de los tres niveles existentes. Media y Universitaria. Las fuertes protestas para fechas emblemáticas pareciera “institucionalizarse” cada vez más, y ya no debiera sorprender la marcha de ochenta mil personas para la cumbre APEC.

Hoy por hoy los diversos sectores productivos cuentan con sindicatos fuertes, tanto pesca, como astilleros, forestales, industriales, mineros, portuarios, etc. La protesta de los pingüinos y el apoyo férreo de organizaciones de educación superior, logrando paralizar la educación por mas de un mes.

Debo agregar también que la marginación de los movimientos sociales no necesariamente implica la radicalización de su postura. Decir eso es no conocer los movimientos sociales urbanos en la actualidad. Cada sector social (popular/trabajador) busca y encuentra la forma de poner sus demandas en los medios. Por que es la única manera de hacer llegar las demandas de los excluidos a oídos de una clase política cada vez más sorda. Cada vez más poderosa.

Es ineludible. La democracia chilena, cómo democracia es una buena economía. Y sin duda que una democracia no genera gobernabilidad solo a través de su economía. Requiere de la canalización sistemática (y ojo, no solamente institucionalizada) de las demandas populares. Por lo cual es quizás el gran tendón de Aquiles de nuestra democracia. La gran oportunidad de polarizarnos, y alejarnos cada vez mas de nosotros mismos.


No hay comentarios: